Ya no estarás cuando te busque en Santas Patronas para que me des tu consejo sabio. Ya no estarás para ofrecerme esa ayuda que tantas veces te he pedido. Ya no estarás para dedicarme un rato de tu tiempo y explicarme con humildad mis carencias. Déjame decirte que ya te echo de menos. Déjame escribir ahora aquello que tantas veces he pensado y nunca me atreví a decirte: Eres un tío admirable. Eres un tipo cabal, un Señor.
De la Notaría, me quedo con aquella anécdota que contabas con gracia y sorna de la señora que rubricó con el dedo, y de la vida, con el pase al hueco que te puse y el gol que metiste en aquel partido que jugamos juntos. A los que nos gusta el fútbol siempre recordaremos a Zidane por lo que nos ofreció y no por el encontronazo con el bruto Materazzi en su despedida. A ti te recordaremos con admiración. Y aquellos que no entiendan por qué te has ido, que, por favor, no emborronen tu memoria.
Ahora, notario amigo, somos nosotros, todos los que te conocimos, los que damos fe de que don Pedro fue un tipo excelente. Un abrazo.
Gabriel Álvarez
Abogado.