Ninguna finca es igual a otra y es que, orgánicamente hablando, las fincas no son otra cosa que las personas que las habitan y usan, así como sus circunstancias. Esta evidencia debe convertirse en máxima y credo para los responsables de la Administración de Fincas y en base a esto, nos centramos en la especialidad que exige la Administración de edificios de oficinas.
Los edificios de oficinas aglutinan agentes-usuarios con intereses bien diferenciados y que deben confluir en el interés y beneficio común. Los promotores que se enfrentan a este tipo de fincas, deben tener esto en cuenta en su diseño, pero una vez diseñado y en uso, se pone de manifiesto la necesidad de adaptara su Administración y Gestión para optimizarlo en función de las diferentes necesidades y objetivos.
Una Administración orientada a optimizar la finca según su peculiaridad será beneficiosa tanto para el propietario que la usa para fines profesionales propios, como para propietario que la destina al alquiler, el cual puede obtener mejores ratios de rentabilidad al generarse valor añadido a la finca. Mencionamos someramente algunas de estas peculiaridades que orientan una Administración especializada:
Máxima optimización en la inversión para el mantenimiento de la finca.- La partida destinada al mantenimiento del inmueble forma parte de la cuenta de resultados de los propietario y sus empresas en su caso, por ello, es indispensable obtener la máxima eficiencia de esa inversión. Es necesario que se adopten soluciones eficaces a largo plazo para el mantenimiento del edificio y que cada una de las partidas que se inviertan aporten valor al inmueble.
Máxima «usabilidad».- Este tipo de inmuebles suelen tener un alto porcentaje de usuarios que muchas veces no son propietarios pero tienen gran importancia atendiendo al uso previsto para la finca: empleados, proveedores y especialmente clientes. Es necesario hacer el edificio cómodo, accesible y funcional para cuidar la productividad de las personas que trabajan en él y por ello, deben adoptarse soluciones para dotar a la finca de servicios comunes que hagan más fácil la vida de los que pasan tantas horas en él.
Máxima experiencia para clientes y otras relaciones profesionales.- El edificio no deja de ser parte de la tarjeta de presentación de las empresas y profesionales allí ubicados. Por esto, debe ser un objetivo que excede al particular, conseguir que las personas que de uno u otro modo se relacionan con las empresas allí ubicadas, disfruten una grata experiencia en cada visita, ayudando a generar un entorno proclive a mantener relaciones productivas. En este aspecto, son fundamentales medidas que ayuden a un fácil acceso, una cómoda y efectiva localización e identificación de empresas y profesionales ubicados, un adecuado mantenimiento de los espacios reservados a aparcamientos, la dotación de excelentes servicios de conserjería, entre otras medidas.
Regulación adecuada del uso del inmueble y normas internas.- Cierto es que en todas las fincas es importantes establecer normas de convivencia pero en este caso, esta regulación debe ir más allá, dado que se deberá encontrar un marco óptimo en el que convivan las diferentes actividades que se desarrollan. Para ello habrá que ser especialmente riguroso en la regulación de aspectos como horarios, zonas de carga y descarga, controles de acceso, etc, para evitar molestias y perjuicios que puedan generarse y para que todas las actividades desarrollen cómodamente su actividad sin salirse de unas normas aceptadas y acordadas por los propietarios. Para ello, desarrollar un buen Reglamentos de Régimen Interno será especialmente importante, así como velar por su cumplimiento rigurosamente.
Notoriedad y distinción en busca de una óptima ocupación.- Nada como entender este tipo de fincas como una empresa con un objetivo: ser la mejor opción para ubicarse. No son pocas las fincas que incluyen partidas en sus presupuestos para realzar su valor, incluyendo acciones de marketing y promoción orientadas a conseguir una mejor percepción y presencia, con el objetivo de tener una mejor ocupación, y por tanto una mayor capacidad para generar beneficios o rentas.
En conclusión, una Administración especializada y con experiencia será clave para que la inversión inmobiliaria realizada alcance un nivel de rentabilidad acorde a las expectativas, siempre que los propietarios compartan el interés en generar valor a su propiedad, generando valor añadido a la finca en la que se ubica.