Estos dos latinajos significan “una cosa por otra” y “doy para que me des” y son muy útiles, utilizados y, a veces, confundidos en todo lo que tiene que ver con el tema de la NEGOCIACIÓN.
Al grano. La situación COVID19 ha revolucionado nuestras relaciones personales, profesionales y laborales y uno de los temas con más aristas es el del alquiler, ya sea de la vivienda habitual o el del local de negocio afecto a la actividad profesional y que el Gobierno ha preferido, en principio, dejar en manos de propietarios e inquilinos y que sean éstos los que lleguen a un entendimiento. Dicho de otra manera, el Gobierno se ha puesto de perfil y pedido a las partes se arreglen apelando a la generosidad y solidaridad.
Pues bien, puestos a negociar, las opciones y variantes son múltiples, al igual que cada relación propietario-inquilino y serán muchos los que “se lleven” bien y se entiendan y otros muchos los que “no se puedan ni ver”. Por otro lado, no es lo mismo negociar con un “rentista” que dispone de medios suficientes que con un pensionista que completa su pensión con el alquiler de una vivienda. Tampoco es lo mismo negociar cuando se te acaba el contrato en unos meses que si tienes años por delante. Por todo ello, y ante las múltiples circunstancias de cada caso, es conveniente analizar bien la situación antes de empezar la negociación y saber qué armas (en sentido figurado…) debemos usar.
Nuestros consejos.
- Valora bien las circunstancias y condiciones de tu contrato antes de hacer una propuesta.
- Solicita por escrito la reducción o aplazamiento de la renta. Esto te servirá como prueba por si tienes que solicitar un crédito bancario o acceder a una futura ayuda al pago.
- Haz una oferta clara: % de reducción, tiempo, prórroga, plazo, etc.
- Valora qué puedes ofrecer a cambio ( de aquí el título en latín…) Quizás el propietario sea más favorable a una reducción si con ello te comprometes a alargar o acortar el plazo del contrato. También puedes establecer un pago variable o con una subida pactada o puedes llegar a un acuerdo sobre otros aspectos del contrato. En definitiva, no es sólo pedir una reducción / aplazamiento sino ofrecer algo a cambio. Piensa que el contrato aúna las voluntades de las partes y que sois dos los que tenéis que llegar al acuerdo de modificación, ya sea en la renta, la duración, los gastos, etc.
- Si tienes dudas sobre cómo plantear la negociación, acude a un profesional que lo haga en tu nombre. En muchas ocasiones, la propiedad también tiene un asesor o gestor que le lleva estos asuntos y “los profesionales” se entienden mejor y así no se tensan las relaciones personales.
- El acuerdo alcanzado debe ser puesto por escrito como anexo al contrato en vigor para que quede constancia.
Espero haberte ayudado. No sólo es pedir sino ofrecer y dar, para llegar a un acuerdo que sea beneficioso para ambas partes.
Gabriel Álvarez
Socio Director
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